“NI UN ASESINATO MÁS”
El pasado día 17 nos levantamos con la noticia de que una chica de 20 años había sido brutalmente violada por cinco jóvenes, dos de ellos menores, quiénes además lo grabaron con el móvil. Cuando leemos una noticia así nos sentimos indignadas y apenadas por la joven que sufrió la agresión y aterradas por los jóvenes que la cometieron. Dos días después volvemos a leer que tres han sido puestos en libertad aunque siguen imputados y la familia fue a recibirles con aplausos y abrazos. Ese mismo día en Gandía fueron detenidos cuatro jóvenes por intento de violación a una joven de 19 años.
Y nos encontramos con que el Ministerio del Interior tiene una página en la que nos da consejos “antiviolación”, no ir por la calle solas, mirar el coche antes de subir a él, no subir a un ascensor con extraños, llevar un silbato, correr las cortinas, etc, en resumen, lo mejor que podemos hacer es quedarnos en casa y si salimos que sea acompañadas. Esto recuerda a los consejos que hace unos años daba el mismo Ministerio a los posibles blancos de ETA, solo que entonces a los agresores les llamaban terroristas y todas las Instituciones estaban volcadas en luchar contra el terrorismo.
Pero ¿qué grupo terrorista nos amenaza a las mujeres para que no podamos aparcar nuestro coche sin mirar alrededor? ¿hay una plaga de violadores? ¿han aumentado las violaciones tanto como para que ninguna mujer pueda ir a su trabajo si no es siguiendo una logística antiatentados? Más bien parece que no existe interés en acabar con las violaciones, sino que pretenden atemorizarnos a las mujeres para que no nos sintamos seguras y si al final se produce la violación se nos pueda culpar por haber hecho lo que no debíamos.
Los intentos para responsabilizar a las mujeres de sus violaciones son muchos y son muy antiguos. Violar está muy mal sí, pero nosotras siempre habremos hecho algo mal. Ahí tenemos a los jueces dudando siempre del testimonio de la mujer, poniendo a los violadores en libertad, porque el delito no les parece lo suficiente grave. La violación es un instrumento usado por algunos hombres contra algunas mujeres desde siempre, y sirve para aterrorizarnos a todas, para que nos comportemos, para que renunciemos a ser libres e iguales. Es lo que te puede pasar si usas tu libertad y de lo que tú tendrás parte de culpa. Tu vida quedará marcada y, de paso, la de los pobres chicos.
Claro que hay violaciones y abusos sexuales y todas sabemos lo que hay que hacer para protegernos. Una chica escucha esa amenaza desde que pone un pie en la calle siendo una adolescente. Qué riesgo quiere asumir, a qué libertad renunciar, es algo que todas decidimos a lo largo de nuestra vida. Es posible que estemos asistiendo a un repunte de la violencia machista que se manifiesta en los delitos de género, 59 víctimas del terrorismo machista en lo que va de año, 8 en este mes, pero también en una mayor impunidad social de los comportamientos y opiniones machistas. Por eso, como esa amenaza es un signo de desigualdad, al mismo tiempo que una herramienta para perpetuarla, las instituciones deben contribuir a que la sociedad entera considere a los violadores como delincuentes peligrosos a los que hay que combatir.
Contra la violación castigo penal a los violadores y castigo social a todos los que los amparan, combate en todos los órdenes contra el machismo y apuesta absoluta y decidida por la igualdad. Y ninguna renuncia más por nuestra parte: ni a la libertad, ni a la noche, ni a la ocupación del espacio público, ni a la diversión… a nada, a nada más. El miedo no nos protege de nada, al contrario, el miedo nos hará más vulnerables.
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